Para morir


Para morir
quiero ser bueno.

Quiero estar muy agotado
y sin mas remedio
que dejar de hacer daño
al apagarse la ira de mi aliento.

Para morir
quiero plegarias.

Quiero velas e incienso,
quiero un altar en mi lecho,
quiero que me encomienden
a la cruz del hijo de Dios eterno.

Para morir
quiero justicia.

Quiero haber pagado mis deudas
Y abogar mi humanidad de barro;
quiero haberlo enmendado todo,
partir sin condena y sin condenados.

Para morir
quiero amigos.

Quiero subirme al tren
y verlos por la ventana de mi asiento.

Ver las caras de quienes quedan atrás,
dandome su adiós en la estación de los lamentos.

Ojalá todos estén tranquilos,
quiero que algunos esten sonriendo.

Y también quiero que otros corran detras del tren
ondeando con cariño su pañuelo.

Quiero flores y rosarios,
quiero reminiscencias y recuerdos.

Quiero un desenlace sereno
al mayor de los misterios.

Y llegar a la luz de verdes pastos,
al aire fresco de árboles etéreos .

A un valle sin maldad ni sufrimiento, 
de frente a un monte que toque el cielo.

Donde habite Dios Santo
y la luz perpetua de su amor eterno.



Andres Guzman (enero 2024)

El genio, Antonio Escohotado


 

Aunque el mundo viva en pecaminoso desconocimiento,
y sea esclavo cómplice del colectivo en un letargo necio
aun así encuentra asombro en los genios de carne y hueso.

A pesar de nuestra piedad casi extinta,
de nuestros vicios y nuestras sangrientas majaderías,
lamentamos que los genios tengan vidas fugaces y finitas.

Somos una generación de ignorantes habilidosos,
de universitarios adoctrinados en el rencor
pero sobre todo de autómatas ideológicos.

Pero tú has evolucionado de la violencia a las letras,
de las letras a las páginas,
y de las páginas a una filosofía eterna.

Has cuestionado todas las ideologías y doctrinas,
en especial cuestionas tus pasos y estigmas.

Con humildad rectificas el credo y el alma
si te abres paso entre medias verdades o elaboradas falacias.

Para los que navegan en congoja las penumbras
tus palabras son el faro que les lleva a la costa.

Para los pobres y desheredados 
tus libros son usufructo, herencia y legado.

Para los que se forjaron como sabios y letrados
tus proverbios son cálido y reconfortante abrazo.

Y para quienes anhelan respirar el humo pensante de tu cigarro, 
tu longevidad y buen humor es un consuelo que sabe amargo.

Es que se nos agota el tiempo para estar contigo...
Y por eso te digo:

Si aun quedan poetas en la tierra,
que la genialidad de Antonio Escohotado reciba rimas y letras.

Si aun quedan trovadores y folcloristas,
que la mística de Antonio Escohotado encarne tambores y cuerdas.

Si aun quedan sabios en las academias,
que la obra de Antonio Escohotado se enseñe en sus escuelas.

Si aun quedan pueblos sedientos de justicia,
que el nombre de Antonio Escohotado se dedique en parques y avenidas.

Si aun quedan cristianos en las iglesias y las misas,
que Don Antonio Escohotado sea ungido con plegarias y manos unidas.

Seré el primero en levantar mi voz al cielo,
y para que no sea tácito,
déjame pedir algo evidente pero necesario:

Que el Señor traiga al mundo un nuevo genio,
como lo ha sido el gran genio
Don Antonio Escohotado.

Amén y amén.


Andrés Guzmán (Lunes 23, Agosto 2021)

Sangre de cordillera


En tus venas corría 
sangre vieja de cordillera;
fueron tus pies las alas que cruzaban las fronteras,
cerros y montañas caminaron tus pies sin suela.

Las montañas fueron tus parteras,
tu canción de cuna el sonido de carretas
y el viento de la sierra,
tus juguetes el brillo de las estrellas.

Pero la vida no siempre sonríe a las almas buenas, 
y el destino te arrebató de aquella tu tierra.

Lejos quedaste de aquellos tus cerros y montes 
y por eso te podían ver al lado del camino buscando flores,
entre los zacatales de la ciudad y la capital
iba tu paso sereno en busca de alguna hoja medicinal. 

Fuiste noble como la luz de luna llena, 
y sutil como la tierra mojada de lluvia fresca.

Ahora que vives en lo eterno y libre de tu encierro, 
levanta tus alas de nuevo;
encuentra tu camino a la tierra de tu infancia, 
y regresa como una fragancia a sus montes y quebradas. 

 Aléjate ya de este trago amargo, 
de esta vida que te cargó de yugo y dolor,
que allá te esperan en tu pueblo las carretas,
los cerros, la luna y las estrellas.

Deja crecer tus raíces allá en la eternidad
que ya nunca te volverán a desterrar.







La soledad mas cruel

La soledad más cruel,
la que asedia en medio de las multitudes.
El peor olvido,
la indiferencia que persiste sin adiós ni razones.

A veces logro escuchar un piano melancólico
y renacen tus lágrimas, más no habían secado;
regreso a la esquina donde me abandonaste
donde la esperanza se cayó de mis manos.

La soledad más ingrata,
la que se esconde en medio de glorias.
El invierno más crudo,
aquél que cae cuando se agotan las palabras.

A veces te sueño inmaculada
y despierto confundido y aferrándome,
acepto que no se quién es el fantasma
si tu recuerdo o mi alma.

La vida no siempre va como se quiere,
todos caminamos los pasos de otros
y todos nos sentimos alejados
abominables y desfigurados

El sol sale y un segundo después cae,
los días son fotografías
del mismo corazón de niño
que ha fraguado con cada despedida.

La soledad más cruel,
un poema que nunca será aceptado
y un corazón lacayo
que nació para morir incomprendido y olvidado.


Andrés Guzmán

Hubo Tiempos



Hubo tiempos
cuando eramos diferentes.
Tiempos festivos
ahora extraviados en el frío.

Hubo días alegres y perfectos
ahora fraguados en nuestro corazón.
Porque pasamos de correr como niños
a marchar entre epitafios y crucifijos.

Hubo tiempos
cuando no cargabamos heridas,
cuando jugábamos en el barro de los campos,
cuando perdiamos la inocencia a escondidas.

Hubo tiempos
cuando eramos tán felices...
cuando viviamos indiferentes al dolor
a nuestros credos, o a nuestra condición.

Hubo calles
que nos vieron caminar de la mano,
días que ni la lluvia pudo detener
un amor joven y mágico.

Hubo momentos
cuando la multitud se hizo nada
ante la mirada fija
de dos jóvenes enamorados.

Hubo segundos
que la vida nos robó el aliento,
hubo lágrimas que se escaparon
al sentirnos diminutos ante Dios y el universo.

Hubo tiempos
cuando éramos fuertes y jóvenes,
cuando no cojeaban nuestros pasos,
cuando el mañana era una hoja en blanco.

Cuando nuestros amigos eran hermanos
sin que el luto hubiera llegado.

Cuando tu y yo éramos buenos
Cuando tu y yo no habíamos fallado.



Andrés Guzmán  (viernes 17,  mayo 2019)

He soltado tu mano


Te has ido muy lejos
donde nadie reconoce tus heridas,
hace tiempo cojeas ya
sin un rumbo ni familia.

Construyes un legado invisible
te inventas himnos de agonía,
un patrimonio, una fortuna,
o una excusa para no llorar tu caída.

Te alejas cada día más
como el animal herido
que busca perderse en la montaña
para morir entre arboles y renacer junto a la roca.

Eras un gigante,
pero te has reducido a un fantasma.
Domaste caminos y espíritus,
pero hoy vives en dolor y escondido.

Se han truncado tus días
eclipsados por la tragedia repentina,
una suerte fue echada
con la mala baraja que repartió la vida.

Eres de las pocas cosas que he amado
pero reconozco que pronto viene tu partida,
todo amor humano muere y termina
con lágrimas y agobio, así lo he aceptado.

Aléjate sin pesar en tu romería.
Desde ya he soltado tu mano.




Andres Guzman (Abril 30,  2019)

Hagamos el amor



Olvida los baches del camino,
Hagamos el amor sin plan ni aviso.

No seas terca en aferrarte a mis errores
Hagamos el amor en la cama y en los callejones.

Olvida las traiciónes y los males que pasaron
que la carga se hará demaisado grande para ambos.

No invitemos a los problemas a nuestra mesa,
hagamos el amor tal cual nuestra trinchera.

No llores mujer por lo que no soy ni seré,
Sabes bien que te adoro en alma y piel.

No derrames llanto sobre lágrimas.
Hagamos el amor y recordemos lo que esta bien.

Te imploro que perdones todas mis carencias,
ven y hagamos el amor entre candilejas.


Andrés Guzman (viernes 7, septiembre 2018)

Retumbos de Oceano






Tocas tu violin muy despacio
y retumba majestuoso el océano.
Tu eco alcanza la luz del cielo
en un mundo ingrato y amputado de versos.

Aunque tus cuerdas estén gastadas
haces vibrar el cosmos como la madera,
del barro nacen mariposas que no vuelan
me desnudo, no hay piel, tan solo grietas.

Muy lejano se escuchan tus pasos,
y yo sigo coleccionando huellas.
No sabes que existo y que he callado
pues jamás tendré raíces en tu tierra.

Déjame admirarte en esta miseria.
Disculpa si descubres que te amo,
y que inventé vidas alternas
que pasan de tu luz a mis tinieblas.

Tocas tu violín muy despacio
y retumba majestuoso el océano.
Tu mirada logra imponerse a los años
de hechizos sombríos y olvidados.


Andres Guzman (mayo 8, 2018)

Cuando los arcoiris llueven



Vientos de madrugada invocan tus demonios,
se escuchan las teclas de pianos melancólicos.

La noche me recuerda lo que jamás tuve
y que dejé perder por el miedo y su costumbre.

Sombras en la noche me persiguen una y otra vez,
me postro ante tu fantasma en luz de luna tal como ayer.

Desnudo ante tu fantasma otra vez.

Vientos de madrugada entonan tus canciones
las que trate olvidar escondido en la noche

Los arcoíris llueven, lo he visto en mis memorias
las esperanzas se marchitan si el mañana no importa.




Andrés Guzmán  (febrero 15,  2018)

Bastardo


Mi padre, le he mirado directo a los ojos...
y le he desconocido.

Preferí vestirme de bastardo
y renunciar a todo.

Nunca fui bueno buscando atajos
porque siempre termino en caminos largos.

No soy bueno haciendo amigos,
y menos aún buscando simpatía de tiranos.

¿De dónde proviene esta rabia que me domina?
¿Qué es lo que busco tanto que no encuentro?

¿A dónde nacen los demonios que me consumen?
¿Qué me involucra en las batallas de lo invisible y eterno?

Todos llevamos dolor y miseria en el hatillo
pero he notado que yo me alimento de ello.

Que colecciono lo que otros llorarían y dejarían al olvido
Que la nostalgia y amargura llenan mi morbo y vicio.

Y así fue entre mis pesadas tinieblas que miré sus ojos muertos
y en mis entrañas descompuestas renuncié a cualquier herencia.

Soy aquel hijo que no es reconocido,
y eso me convierte en un bastardo.

Porque en sus ojos pude leerlo...
para él tambien he muerto.


Andres Guzman.